Alguien ha publicado
esa novela que tantos desvelos te ha producido. Ante todo,
felicidades.
De pronto un aluvión
de ideas, anhelos e ilusiones invaden cada fibra de tu ser. Durante
días, semanas o meses, eres la persona más feliz del mundo. Pero, y
esto ocurre a muchos escritores (quizá a los muy consagrados no, ya
os lo diré si algún día lo soy), puede llegar un momento en que
ese ánimo esté a la altura del subsuelo. ¿Por qué?
Es posible que tu
novela no esté funcionando, pero también es posible que sea pronto
para que funcione como si fuera lo último de Ken Follet (o uno más
modesto pero conocido) o puede que no te estés esforzando lo
suficiente. Y con esto último no quiero decir que no te estés
esforzando lo suficiente en promocionar tu obra (que también podría
ser) sino que tal vez no te estés esforzando lo suficiente en
mantener ese ánimo en todo lo alto. Esto que te voy a decir lo digo
por propia experiencia, y, aunque parezca de perogrullo, a veces se
olvida: un escritor que transmite ilusión es un escritor con muchas
más posibilidades de tener éxito.
Puede que tu novela,
sobre todo si se ha publicado con un editorial pequeña que carece de
una gran distribución, no esté en muchas librerías, y en este caso
es más que probable que necesites llevarlas tú mismo. Dependiendo
de los medios con que cuentes y el tipo de editorial, también es muy
posible que tengas que comprar primero esos libros y luego
llevárselos al librero, pero incluso eso lo puedes negociar con la
editorial, si les puedes demostrar que hay posibilidades de que se
vendan. Pero lo que seguro que no funciona es ir donde un librero y
llorarle porque tu editorial no tiene distribución. En cambio, si es
el librero de tu barrio, que te conoce, y te ve con ilusión, y eres
capaz de venderle tu novela (dejarle ese ejemplar que guardas para ti
para que lo lea puede ser útil) tal vez consigas incluso que se
interese y sea él mismo quien pida media docena de libros (o quizá
sólo tres, pero por algo se empieza) directamente a la editorial.
Lo mismo es
aplicable a negociar reseñas, enviar noticias, notas de prensa, etc.
Como se suele decir, el "no" ya lo tienes, y nadie se va a
sentir ofendido, salvo que la cosa en realidad no fuera con él/ella,
por recibir un correo, siempre desde la educación y el respeto, de
un escritor que trata de buscarse la vida y dar publicidad a su
última obra. Por supuesto, nunca desde el "Soy un escritor
buenísimo y tu blog/revista/diario se verá beneficiado si publicas
una reseña de esta gran novela mía que se acaba de publicar".
Yo mismo, como
muchos otros, he tenido reseñas en blogs y medios a los que he
enviado personalmente una copia de una novela mía. Y puedo decir,
orgulloso de ello, que en todos los casos han sido reseñas
redactadas por gente que quería hacerlo, y no por sentirse obligada
a ello o porque se viera en un compromiso. Los artistas, de todo
tipo, podemos caer con facilidad en la egolatría, y no hay obstáculo
peor para la carrera de un escritor novel o con poca experiencia.
Siempre hay que partir de la humildad, dejando por supuesto claro que
crees en tu obra, pero dejando también claro que respetas a la
persona a la que te estás dirigiendo. Una cosa es proponer y otra
muy distinta exigir. Incluso aunque tu obra sea la quintaesencia de
la literatura española y debiera enseñarse en clase de literatura
en todos los institutos, conseguirás más apoyos con amabilidad que
vendiendo lo "cojonudo" que eres escribiendo. Recordad, ni
al difunto Francisco Umbral le funcionó el "yo he venido aquí
a hablar de mi libro" que él mismo acuñó, aunque en su
descargo hay que matizar que con Mercedes Milá eso no le hubiera
funcionado ni al mismísimo Dios en persona.
Y donde quiero
llegar es a que no hay mejor manera de mantener esa ilusión que
crear una buena red de contactos/amigos que se hagan eco de tus
novedades y que cuando llegue tu próxima obra no sólo estén
encantados de reseñarla o publicar un anuncio es su blog, periódico
o emisora de radio, sino que en ocasiones incluso te lo sugieran
antes de que tú lo hagas. Aunque el trabajo de promoción es duro
(decídmelo a mí que lo combino con la escritura y todo ello con un
trabajo de oficina de 8 horas) no hay otra manera de mantener esa
ilusión que formar esa red de contactos y ver que funciona. Y si
además tu novela es buena y empieza a tener buenos resultados
gracias a esa misma red, miel sobre hojuelas.
Todos somos humanos
y habrá días mejores y días peores, como en el amor, en la guerra,
en el trabajo (una guerra en sí mismo) o en las relaciones con el
vecino de arriba que no deja de gritar a su hija para que haga los
deberes, pero sigo insistiendo: el escritor que muestra ilusión es
el que más posibilidades tiene de que se queden con su nombre, su
cara, o lo que sea necesario para que sus libros lleguen a todo el
mundo.
Un último consejo:
escribir un artículo en tu blog sobre cómo mantener la ilusión del
escritor (y que alguien lo lea y comente, espero) también sirve para
subir esos ánimos.