cqcounter

miércoles, 13 de mayo de 2015

Sobrevivir a la "montaña rusa de emociones" del escritor publicado

Alguien ha publicado esa novela que tantos desvelos te ha producido. Ante todo, felicidades.

De pronto un aluvión de ideas, anhelos e ilusiones invaden cada fibra de tu ser. Durante días, semanas o meses, eres la persona más feliz del mundo. Pero, y esto ocurre a muchos escritores (quizá a los muy consagrados no, ya os lo diré si algún día lo soy), puede llegar un momento en que ese ánimo esté a la altura del subsuelo. ¿Por qué?

Es posible que tu novela no esté funcionando, pero también es posible que sea pronto para que funcione como si fuera lo último de Ken Follet (o uno más modesto pero conocido) o puede que no te estés esforzando lo suficiente. Y con esto último no quiero decir que no te estés esforzando lo suficiente en promocionar tu obra (que también podría ser) sino que tal vez no te estés esforzando lo suficiente en mantener ese ánimo en todo lo alto. Esto que te voy a decir lo digo por propia experiencia, y, aunque parezca de perogrullo, a veces se olvida: un escritor que transmite ilusión es un escritor con muchas más posibilidades de tener éxito.

Puede que tu novela, sobre todo si se ha publicado con un editorial pequeña que carece de una gran distribución, no esté en muchas librerías, y en este caso es más que probable que necesites llevarlas tú mismo. Dependiendo de los medios con que cuentes y el tipo de editorial, también es muy posible que tengas que comprar primero esos libros y luego llevárselos al librero, pero incluso eso lo puedes negociar con la editorial, si les puedes demostrar que hay posibilidades de que se vendan. Pero lo que seguro que no funciona es ir donde un librero y llorarle porque tu editorial no tiene distribución. En cambio, si es el librero de tu barrio, que te conoce, y te ve con ilusión, y eres capaz de venderle tu novela (dejarle ese ejemplar que guardas para ti para que lo lea puede ser útil) tal vez consigas incluso que se interese y sea él mismo quien pida media docena de libros (o quizá sólo tres, pero por algo se empieza) directamente a la editorial.

Lo mismo es aplicable a negociar reseñas, enviar noticias, notas de prensa, etc. Como se suele decir, el "no" ya lo tienes, y nadie se va a sentir ofendido, salvo que la cosa en realidad no fuera con él/ella, por recibir un correo, siempre desde la educación y el respeto, de un escritor que trata de buscarse la vida y dar publicidad a su última obra. Por supuesto, nunca desde el "Soy un escritor buenísimo y tu blog/revista/diario se verá beneficiado si publicas una reseña de esta gran novela mía que se acaba de publicar".

Yo mismo, como muchos otros, he tenido reseñas en blogs y medios a los que he enviado personalmente una copia de una novela mía. Y puedo decir, orgulloso de ello, que en todos los casos han sido reseñas redactadas por gente que quería hacerlo, y no por sentirse obligada a ello o porque se viera en un compromiso. Los artistas, de todo tipo, podemos caer con facilidad en la egolatría, y no hay obstáculo peor para la carrera de un escritor novel o con poca experiencia. Siempre hay que partir de la humildad, dejando por supuesto claro que crees en tu obra, pero dejando también claro que respetas a la persona a la que te estás dirigiendo. Una cosa es proponer y otra muy distinta exigir. Incluso aunque tu obra sea la quintaesencia de la literatura española y debiera enseñarse en clase de literatura en todos los institutos, conseguirás más apoyos con amabilidad que vendiendo lo "cojonudo" que eres escribiendo. Recordad, ni al difunto Francisco Umbral le funcionó el "yo he venido aquí a hablar de mi libro" que él mismo acuñó, aunque en su descargo hay que matizar que con Mercedes Milá eso no le hubiera funcionado ni al mismísimo Dios en persona.

Y donde quiero llegar es a que no hay mejor manera de mantener esa ilusión que crear una buena red de contactos/amigos que se hagan eco de tus novedades y que cuando llegue tu próxima obra no sólo estén encantados de reseñarla o publicar un anuncio es su blog, periódico o emisora de radio, sino que en ocasiones incluso te lo sugieran antes de que tú lo hagas. Aunque el trabajo de promoción es duro (decídmelo a mí que lo combino con la escritura y todo ello con un trabajo de oficina de 8 horas) no hay otra manera de mantener esa ilusión que formar esa red de contactos y ver que funciona. Y si además tu novela es buena y empieza a tener buenos resultados gracias a esa misma red, miel sobre hojuelas.

Todos somos humanos y habrá días mejores y días peores, como en el amor, en la guerra, en el trabajo (una guerra en sí mismo) o en las relaciones con el vecino de arriba que no deja de gritar a su hija para que haga los deberes, pero sigo insistiendo: el escritor que muestra ilusión es el que más posibilidades tiene de que se queden con su nombre, su cara, o lo que sea necesario para que sus libros lleguen a todo el mundo.


Un último consejo: escribir un artículo en tu blog sobre cómo mantener la ilusión del escritor (y que alguien lo lea y comente, espero) también sirve para subir esos ánimos.